Arnulfo Castorena Tetra Campeón Jalisciense

Tetra Campeón Paraolímpico, un orgullo de Jalisco para el  mundo, ejemplo de amor a la vida, superación de adversidades, esas son solo algunas de las cualidades que definen a nuestro tapatío.

DEPORTES | Marco Antonio Guízar

GUADALAJARA, Jalisco. [ABC Medios]- Desde los primeros minutos de nacido, la vida le demostró a lo que tenía que enfrentarse; pero a la vez le dotó de unas ansias por vivir y demostrarle al mundo, que aún en las peores adversidades se puede salir adelante.

Él es Arnulfo Castorena, tapatío y campeón paraolímpico, quien fuera criado por su abuela, aprendió a nadar en un internado y ahora lleva cuatro oros en los Juegos Paralímpicos.

En una vida, Arnulfo Castorena ha pasado de tener nada a ser un ejemplo, nuestro campeón nació nació un 27 de mayo de 1978 en la ciudad de Guadalajara, Jalisco; su madre falleció en el parto y su padre, abrumado, se desentendió cuando supo de su discapacidad.

En ese momento, su abuela tomó la responsabilidad de un niño, que sin saberlo los cubriría de gloria. 46 años después de aquella fecha, ganó su cuarto Oro en los Juegos Paralímpicos de Paris 2024, en la prueba de 50 metros pecho, clase SB2.

SU HISTORIA

Tras su llegada al mundo, la abuela Todosia se encargó de cuidarlo porque nació sin desarrollar el pulmón, el brazo izquierdo y las extremidades, de acuerdo a la página, según se lee en la página Olýmpics.com.

Su abuela le llamaba “Cocoliso” y fue ella quien con amor maternal lo protegió porque no lo aceptaban en la escuela. Forjó un niño a base del amor, pero debió dejarlo volar muy joven, a los seis años, cuando se fue a la ciudad de México para entrar a un internado de monjas, donde aprendió a leer y escribir, y comenzó su historia en el deporte porque ahí se lanzó a la alberca y comenzó a nadar.

Fue en ese periodo de su vida cuando se enteró que su abuela había muerto. Si antes tenía poco, ahora tenía menos.

Arnulfo volvió a Guadalajara a los 12 años y quedó a cargo de su tía Consuelo. A su alrededor había vicios y perdición; él prefirió vender chicles en un semáforo para ganarse la vida.

Con las ganancias de ese esfuerzo se compró un patín del diablo para moverse, una necesidad primaria porque las prótesis ya le empezaban a quedar pequeñas.

En esa labor fue descubierto por un funcionario del CODE Jalisco (el instituto del deporte de Jalisco) lo encontró y lo invitó a practicar deporte. Jalisco, la máxima potencia olímpica y paralímpica, lo había hecho parte de su sistema.

Pronto ganó nacionales y luego lo mandaron a competencias internacionales, donde igualmente triunfó. Llegó a Sydney 2000, y ganó la primera medalla de oro en los Juegos Paralímpicos dentro de la prueba de 50 metros dorso SB2.

Arnulfo fue bronce, en esta misma prueba, en Atenas (2004), plata en Londres (2012) y oros en Río (2016) y Tokio (2021).

“Esto es como mi trabajo, tengo familia que mantener. Esto es lo que me mantiene y mantiene a mi familia”, confesó Arnulfo en París, luego de ganar por cuarta vez la prueba de dorso.

Sus palabras van asociadas a la realidad, Arnulfo es un hombre veterano que compite por hambre y necesidad, como era desde que nació, y eso lo hace un nadador temible.

“El esfuerzo de estar lejos de la familia. Imagínate, tengo siete hijos y pues estás con la preocupación de lo que te pueda pasar”, finalizó.